Nunca me hubiera imaginado tener un tatuaje de semejante tamaño como el que me hice hace un par de meses por el simple placer de ser rebelde, pero como en la vida hay que probarlo todo y yo aún a esta edad, sigo en mi etapa de descubrimiento de cosas sencillas que me hagan feliz, pues bien, decidí poner mi brazo en manos de una experta mujer en la ciudad de Marrakech, en Marruecos ( África)
Eran las 8 de la mañana y ya la famosa y excéntrica plaza Djemma El-Fná (declarada por la Unesco como Patrimonio oral de la humanidad ) dejaba ver el mercadillo, los artistas callejeros, los restaurantes al aire libre, los aguadores que se disponían a empezar un ajetreado día más para ofrecer un espectáculo digno a los turistas madrugadores como yo. Fue allí, precisamente en esta plaza en donde me deje seducir por Aisha, una mujer árabe de aproximadamente 40 años de edad que antes de siquiera dejarme negociar empezó a tatuarme con un colorante natural obtenido de las hojas y flores de un arbusto.
Nueve minutos duró la elaboración de mi tatuaje en henna, delicadamente hecho por esta mujer musulmana que apenas conocía unas pocas palabras del español que le permitían comunicarse conmigo, eran pocas las palabras, pero suficientes como para hacerme saber que debería pagar por esta figura que decoraba mi espalda y mi brazo la módica suma de 400 Dirhan ( 85 Euros ). Que más daba. Estaba allí, en Marruecos, en un lugar mágico, con dinero en los bolsillos y con un hombre maravilloso que grababa para mi el recuerdo de esta experiencia en una pequeña cámara de vídeo.
Al verlo terminado me sentí maravillada al observar el gran sentido artístico que tenía la obra de Aisha, una obra que me permitió expresarme a través de la piel, una marca temporal que duro tres semanas y que luego dejo entrever lavada tras lavada, una alergia que me duró un mes.
Aun no sé si algún día me haga un tatuaje permanente pero esta fue mi primera aproximación y debo confesar que me gustó. Este tatoo temporal me dejo marcada de por vida, fue una conexión nunca sentida entre la mujer occidental que soy y la musulmana que se tatuó en mi mente.
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